Hacía sol pero sin embargo estaba frío, así comenzó la aventura, el viaje a fin de cuentas, a tierras centrales de la tierra catalana. Lejos quedaba la población que al abrigo o la falda, todo sea dicho de paso, de una celeberrima montaña albergaba en sí, en lugar acogedor y moderno la exposición de unos 5000 años jugando. Nosotros no podíamos faltar a la cita, por más que las circunstancias y cuatro ruedas un tanto para allá, que no aquí, casi nos obligan.
De dos llegábamos, dos seguidas, pasando por lugares inhóspitos jamás soñados, pero logramos la meta. El ambiente era bueno, las preguntas a los buenos lugareños, de esos que con la cara dicen y expresan saber donde hallarse y saber donde guiar, solucionaron el situar el lugar, una vez entrados, cuerpo por delante. Se notó como de esta exposición se venía no solo a ver, si no a jugar. El anfitrión daría buena cuenta de su sadismo poniendo a prueba a los oyentes y posibles jugantes.
Varias gentes, de estas de visitas, jugando a lo jocoso con pelotitas y bols, en un bello suelo, el juego de la familia de los mancalas, en renovada imagen que se muestra.
El espacio moderno, a lo clásico, muestra elegantemente los juegos. Transporta al visitante de las ruinas del Real Juego de Ur, ¿será real por monárquico o por existente? hasta de conocidos próximos: ajedrez, go, shogi... parientes y conocidos a los largo de esta superficie terrestre.
Otra vista en cierto punto, situado próximo no obstante a la vitrina de los clásicos, aunque como bien dice la frase: de lunes a martes....
Orgullosa pieza de origen de tierras con nombre Kazajistán, lejós queda. En rígido plástico azul, diriase que sus piezas bien quieren recordar a cierto manjar exquisito en paladar de algunos.
Continuamos el viaje, temporal lúdico si cabe, avanzamos a un espacio, sadismo hecho imagen y azar. Pregunta con enigma y perversa diversión ¿cuanto hay? el rellenar una papeleta, es saberse conocedor, aumenta y despierta nuestras ansias...
Seguimos el recorrido, porque toca, porque gusta, juegos de más cerca, juegos conocidos que no albergan en sí misterios insondables ¿o sí? de bar, de niños, de abuelos y de recorrido. Una oca o doble pito, la línea o el hito.
Sin parar, continuamos...
... con nuestro andar.
Los juegos más modernos al final encontramos, y es que nuevos como son ya parecen de la familia, se verá si el tiempo dirá si clásicos se convertirán. Y este que les escribe intenta perder la tonta cantilera que parece invadirle, pardiez.
Llegando casi al final, observamos como se da a conocer mundos y premios, que la gente conozca que hay más, mucho más.
Profundo respeto nos merece todo lo visto, porque enseña y cultiva y muestra que no es el juego mera diversión, es cultura y bagaje de civilizaciones, crisol de costumbres y cruce de... de... caminos, o al menos de recorridos.
La satisfacción de lo ganado, del saber y del jugar, y del saber jugar bien. Nos llena de gozo, tanto que la ocasión bien merece una localización, y un juego, grande, muy grande.
De nombre Puigcaderner, juego fundacional, que de eso trata, sencillo y asequible, sobre la ciudad de Manresa.
Ah, disculpen, no hemos enseñado la sala.... aún
Eso último sirve para conectar cosas, según vimos...
Cansados ya llegamos al final para salir por donde entramos, por arte de birlibirloque y de esta lengua que hablamos.
Así pues damos, caballeras, meeples todos
Buenas noches y buena suerte
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